Una sirena sonando en el borde de un viento que llega desde lo lejos. Una sirena que es más que la sirena en sí. Una sirena que ahora comienza a perderse en el más profundo viento helado. Una lágrima que se resiste a cumplir con su entrada triunfal por miedo a hacer el ridículo. Unas mejillas que empiezan a colmarse de sangre y que avientan, presionan, fuerzan a la tristeza que por ahora, tiene pánico escénico.
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