abril 21, 2009

"...y entonces: vivo."

Son caminos distintos, pienso. Ya mucho hemos hablado de tristezas y pesares que hemos dejado cavados en nuestra memoria, como una tumba en un cementerio que nadie, ni nosotros, solemos visitar. Y digo son caminos distintos pues mientras yo eligo los mios, los demás eligen los suyos. En ciertos paisajes suelen ser tan distintos: veo como tu ruta se pierde entre montañas nevadas de altos picos, cuando en otras ocasiones, me veo detenerme en peligrosos acantilados: de hermosas praderas a peligrosos acantilados. Pero mis caminos siempre llevan a planicies grandes, extensas, plagadas de ganado, flores y casas de campo.

Miro hacia atrás y veo lo dejado. Algo esta en mi mente que no puedo sacarme por dos razones. En primer lugar, porque es tema recurrente de cualquier amistad que quiera entablar. Y segundo, porque las personas que lo mencionan (luego diré "qué") siempre son gente cercana, importantes en mi vida, y me valen pensar en sus opiniones.
Se comenta que soy enrollado para mis cosas, que pienso mucho las cosas.
Ya se apresuraran algunos en decir: no pienses tanto las cosas, disfruta la vida!.
¿Disfruto la vida? Mucho.
Hoy te comentaba lo increíble que encuentro que la fuerza motriz de nuestro cuerpo provenga escencialmente de células "vivas". Las maquinas intentan igualar algo que está "vivo". Disfruto de las cosas pequeñas, simples, disfruto de un aroma, de un color, de una textura, de una melodía, de un sonido, de una sensación de invierno, de un gusto a café y chocolate...disfruto la vida. Pero a la vez me cuestiono. Me cuestiono mucho acerca de muchas cosas; me he dado cuenta de algo que pongo en mi tesis de defensa: el mundo es demasiado grande, bello y complejo como para no cuestionarse acerca de él.

Ciertas personas prefieren gastar lo que llamamos "tiempo" en disfrutar la vida desde galería...yo prefiero decir que lo gasto mirando más allá de las cosas evidentes, sentando en primera fila de este espectáculo llamado Dios y percatándome del fondo: estamos vivos. (notece que siempre tengo tiempos para disfrutar en galería y que no soy creyente.)

Cuando personas que me importan dicen que pienso mucho las cosas y que debo vivir más respondo: "Vivo, me gusta vivir. Trataré de no pensar tanto las cosas..."

A los dos tiempos dicho esto, me enfrento a situaciones en donde mi vergüenza y timidez juegan en contra: me bloqueo, pienso, y respondo con retardo. En ciertas ocasiones me niega la improvisación. Eso me lleva a exponer dos temas de suma importancia en mi "diario vivir". Por una parte, últimamente me he preocupado de sobre manera de mis mejillas siempre rojas. Me molesta. Me da "lata" saber que por estar en momentos embarazosos mis mejillas se ponen sumamente rojas hasta el punto de escuchar "Andrés, que onda, estay muy rojo." Consecuencia: Suelo evitar, sin quererlo, momentos de vergüenza. Esto me limita y me entristece, pues genéticamente soy así, y es algo que no puedo cambiar...hasta ahora.

En segundo lugar, y mencionando y manteniendo en mente la palabra genética, me siento torpe en cierto movimientos del cuerpo. Pienso que soy muy grande y tieso para ciertas cosas, y que corporalmente no calzo en un modelo de niño pequeño y compacto multifuncional. Esto de alguna u otra forma también limita mis movimientos al punto de evitar ciertas reacciones corporales exageradas. Hoy quedó en evidencia mi torpeza al tratar de ayudar a una niña con su bolso. Quizás en este punto, ya este exagerando un poco las cosas (como suelo hacerlo). Sin embargo, en determinados momentos, es un tema que cobra real importancia. ¿Mencioné que mi termostato está malo hace algún tiempo? Así es, como lo escuchan, últimamente (últimos años) me siento acalorado, vistiendo short en todo momento sin sentir frío, y quizás lo más importante, sin resfriarme. Esto limita mis acciones...no suelo hacer actividades deportivas frente a gente que considero "me observa".

Existió tiempo atrás una persona con la cuál sudaba, reía, hacia tonteras sin miedo al rechazo y en quien encontraba mi otra parte, aquella que me completaba. Luego de estos análisis me doy cuenta porque te amé.

Pero las penas (puesto que son penas), salvo aquellas que he descrito que me siguen en la actualidad y me coartan, pasan. Y las enterramos como en un cementerio de recuerdos inútiles.

¿Pienso? Si, bastante.

Pero al final concluyo que no vale la pena preocuparse por cosas que son parte de la vida...y entonces: vivo.

abril 09, 2009

Llueve a cantaros.

Notas de agua en un diluvio de música relajada sobre mi cama con un acompañamiento de primer nivel: mi hermano menor.
Posas de agua que ambos dejamos mientras mi madre alega por buen tiempo, por nubes idas, por cielos claros y despejados, sin ruido.
Son las 9 de la noche y llueve a cantaros.
La Serena huele a E maj 7 y a pasto mojado...
La neblina se disipa entre E sus 4 y los resfrios musicales estan al orden del día...está noche estaremos enfermos de hermandad.
Notas de agua en un diluvio de música...y no para de llover.