noviembre 26, 2008

Mágico Descubrimiento

Maldito gato!

-Andrés, ¿Cuándo vas a subir la bolsa que te toca? El gato la va a romper y vas a tener que hacer doble trabajo-mi madre mencionaba mientras picaba una cebolla fielmente parada frente al lavamano, en la cocina-.

Y eran las 4 de aquella calurosa y agobiante tarde, cuando a través de las cortinas, a contra sol, mientras la televisión anunciaba comerciales de alfombra roja, vi una gran sombra acompañada de un sonido a rasgadura: Noooo...! Maldito gato!
Me corrí hacia la izquierda, abrí la cortina pero no divisé gato alguno, sino una café pequeña mancha. Me asusté. -Un ratón por la cresta...-pensé-, y mientras mis pupilas se terminaban de dilatar, el aguilucho alzó vuelo, majestuoso, dejando al descubierto sus amarillentas bandidas garras.

-Mamá, adivina qué, el gato no era nada el que rompía las bolsas-le decía a sonrisa abierta-.
-Era el aguilucho-respondió-.

Su reconocimiento no opacaba el mágico descubrimiento que había transformado aquella calurosa tarde, en algo especial.

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